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lunes, 31 de diciembre de 2018

Autoexperimentando con el año nuevo

Acaba el año 2018 que nos trajo el centenario de la pandemia de gripe, mal llamada "española", y algunas buenas noticias en lo que respecta de la vuelta a la senda de la universalización de la cobertura sanitaria en España (aunque aún queda camino por recorrer).

Sólo con estos dos hechos podíamos resumir el año, pero nos gustaría resaltar otro importante para la epidemiología ibérica: la celebración, por primera vez, de un congreso de la Sociedad Española de Epidemiología en Lisboa, fuera de nuestras fronteras, y no fue nada mal. Habrá que repetir en más ocasiones.

Pero no podemos acabar este año sin hacer, al menos, una mención a un artículo, que también se relaciona con el centenario de la gripe de 1918, y que habla sobre la autoexperimentación, algo que hace 100 años también se dio, como podéis ver en el libro que citábamos en la entrada "El centenario de un armisticio epidémico". Se trata de una de las aportaciones del número de Navidad del BMJ, titulado "Adventures in self experimentation" del que son autores Gareth J. Parry y Eric J. Buenz. Este artículo comienza diciendo que la autoexperimentación tiene una larga tradición en medicina que ha llevado a auténticos avances científicos, pero también a conclusiones erróneas y, en ocasiones, a la muerte de los que la han practicado.

Dejando aparte las consideraciones éticas, que las hay, si nos ceñimos a los resultados para quien practica el autoexperimento, el rango va desde el fallecimiento hasta el premio nobel. Por eso, en el artículo se menciona no solo lo que ha significado de avance en momentos dramáticos ante enfermedades graves y sin otras opciones a la vista (en ese momento) sino también a que en otras ocasiones (¿las más?) ha estado guiado por el ego y la "importantitis" (el "palabro" es de los autores en el original). Y mencionan también el sesgo de género en la autoexperimentación: sólo el 2% de los casos documentados fueron realizados por mujeres. Los autores lo explican por "el resultado de la menor importancia evolutiva de los hombres, o por una mayor tendencia masculina al narcisismo, o, simplemente, por diferencias históricas de género en la ciencia y la medicina".

Pues eso, que mejor no autoexperimentemos con este año tan nuevo, tan "diecinuevo", y no nos lo inyectemos en vena el primer día. Dejémosle que transcurra y vayamos poniendo nuestro afán en que sucedan las cosas que queremos alcanzar y no le echemos la culpa al año si nuestros esfuerzos no dan el fruto deseado.

Os deseamos que vuestro esfuerzo se vea recompensado. Y si no, siempre nos quedará el haberlo intentado, pero mejor sin autoexperimentar.