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domingo, 13 de enero de 2013

La muerte es una vida vivida

El título de esta entrada lo tomamos prestado de Jorge Luis Borges: "La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene". De esa forma, nos decía el escritor argentino que tal y como vivimos, morimos. Y eso podemos verlo reflejado en un trabajo, de proporciones colosales, publicado hace poco en The Lancet: "Global and regional mortality from 235 causes of death for 20 age groups in 1990 and 2010: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2010".
En este artículo, se ha efectuado un análisis de la mortalidad global en el mundo, utilizando una gran variedad de métodos para disponer de esta estimación mundial. El artículo aparece firmado por un muy amplio número de autores, de un variado número de países, y liderado desde el "Institute for Health Metrics and Evaluation" (IHME), y por ello, también pueden consultarse los interesantísimos gráficos elaborados en la página del IHME específica para este trabajo. 
El artículo es muy denso, en métodos y en resultados, y no es posible reseñar aquí todos, pero resulta de especial interés ver cómo ha sido la evolución de determinadas causas de muerte entre 1990 y 2010. En el trabajo se presentan, en la tabla 2, el número de muertes globales para todas las edades, y las tasas estandarizadas por edad (por 100.000 habitantes) con su intervalo de confianza (95%) y el porcentaje de cambio entre 1990 y 2010.
Y es ahí donde podemos ver que morimos según como vivimos (o como nos dejan vivir), porque se aprecia que las tasas de mortalidad estandarizadas por edad (ambos sexos) han aumentado en la diabetes, las enfermedades crónicas renales, los accidentes de tráfico, y, sobre todo, en las muertes debidas a las fuerzas de la naturaleza y en la enfermedad de Alzheimer. Resulta tremendo comprobar que los autores mencionan que el incremento (¡del 336%!) en los fallecimientos debidos a catástrofes es sobre todo causado por el terremoto de Haití del 12 de enero de 2010 (ayer se cumplieron tres años). Y también que se habla de "epidemia global de accidentes de tráfico", con 1.329.000 fallecidos por esta causa, y centrada principalmente en el este y sur de Asia, y en Africa subsahariana.
Si, como decía Borges, la muerte es una vida vivida, todo el mundo debería tener al menos una oportunidad de vivirla. La lucha es tremenda, y en ocasiones exitosa, contra determinadas causas de muerte (las tasas estandarizadas de mortalidad de muchas de las enfermedades transmisibles han descendido; las del cáncer, salvo en determinadas localizaciones, también) pero, en otros casos, no se avanza. ¿Y si se se consiguiera tener éxito también en la lucha contra las causas de las causas?.



Nota: el artículo de “The Lancet” es de acceso libre, pero para poder acceder hay que registrarse (registro gratuito) en la revista.

1 comentario:

  1. Una propuesta, que tomo de un colega, y que me parece provocativa: los accidentes de tráfico (que se consideraban propios del "primer mundo") son una causa creciente de mortalidad en el África subsahariana. No creo que se deba a que estén accediendo al "desarrollo" exactamente, pero eso sería largo de discutir. Lo que sí es un hecho, que puede corroborar quien conozca mínimamente ese continente, es que hay muchos lugares a los que no llega el agua potable o al luz, no digamos la atención médica; pero será difícil que encuentre un rincón de África donde no haya llegado el repartidor de Coca-Cola (o de Pepsi). La propuesta de estudio es evaluar el impacto en accidentes de tráfico producidos por la distribución masiva de dicha bebida por carretera en el continente.

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