Muchas de las personas que nos dedicamos a la epidemiología trabajamos, o hemos trabajado, con datos de mortalidad, o con los de los registros de enfermedades, como los de cáncer, y podría parecer que estamos habituados a los fallecimientos o a las enfermedades, pero cuando éstos nos tocan más de cerca, nunca se está lo suficientemente preparado.
Recientemente hemos perdido a dos compañeros que desempeñaban sus tareas profesionales como epidemiólogos en la administración autonómica. Se trata de José Angel Gomez de Caso y de Milagros (Mila) Perucha. He tenido la ocasión de conocer y de trabajar con ambos y de disfrutar de su compañía cuando las jornadas de trabajo habían acabado. Pero sobre todo quiero recordar que ambos eran excelentes personas.
José Ángel Gómez de Caso trabajaba en la Sección de Epidemiología en el Servicio Territorial de Sanidad y Bienestar Social en Segovia y su fallecimiento se produjo hace unos meses. Recientemente se le ha concedido un premio, a título póstumo, en la comunidad autónoma en la que trabajó, Castilla y León. De él recordaré una reunión celebrada en Segovia hace ya varios años referente a un proyecto que realizamos varias redes centinelas españolas en el marco del proyecto RECENT y que ha sido pródigo en publicaciones, en la primera de las cuales uno de los autores era José Ángel (Atención sanitaria paliativa y de soporte de los equipos de atención primaria en el domicilio). Como experto conocedor de su ciudad nos guió por la misma disfrutando de enseñárnosla.
Y se da la circunstancia de que éste artículo también lo firmaba Mila Perucha. Mila ha fallecido hace tan sólo unos días y con ella, en su calidad de Jefa del Servicio de Epidemiología y Prevención Sanitaria en el Gobierno de la Rioja, hemos compartido trabajo y también risas después del esfuerzo. Un viaje efectuado en tiempo record a Logroño para participar en una reunión del proyecto REpIER queda ya para siempre entre mis recuerdos.
El mencionado artículo también lo firmaba quien escribe estas líneas y eso hace que me sienta más unido ahora a ambos. De ellos me quedan los buenos momentos pasados junto a ellos, la nostalgia de su pérdida y la pena de saber que todavía les quedaba mucho por compartir.
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