Esta mañana leyendo el periódico "El País" ha habido una noticia que ha acaparado mi atención, entreteniéndome en su lectura. Se titulaba "El detective de la talidomida" y narra la historia del descubrimiento de la talidomida como causa de malformaciones congénitas según el relato de un médico nacido en Madrid, aunque de origen y nombre alemán, Claus Knapp (el periódico escribe así su nombre: con "C" y no con "K").
En los comentarios a la noticia, en la versión digital del diario, ha habido una cierta controversia acerca de su participación en ese descubrimiento ya que, hasta ahora, casi siempre se ha citado a un médico australiano, William McBride, como el primero que dio la voz de alarma acerca del papel de la talidomida como teratógeno a través de una muy breve carta al director publicada en The Lancet en diciembre de 1961 (Thalidomide and congenital abnormalities. . Lancet 1961; ii: 1358) (véase el texto de esta carta al final de esta entrada), pero lo cierto es que los primeros artículos científicos fueron publicados por W. Lenz y K. Knapp (incluso uno de ellos en español):
- Lenz W, Knapp K. [Thalidomide embryopathy]. Dtsch Med Wochenschr. 1962;87:1232-42. (Publicado en alemán).
- Knapp K, Lenz W. [Embryopathy due to thalidomide]. Rev Esp Pediatr. 1963;19:39-45. (Publicado en español) .
- Knapp K, Lenz W. [Studies on Thalidomide as a cause of congenital malformations]. Methods Inf Med. 1963;2(2):49-51. (Publicado en alemán).
Al margen de las polémicas (aunque es cierto que se silencia la participación de Knapp habitualmente: véase por ejemplo la reseña histórica de la talidomida escrita por el propio Lenz en la página de la asociación canadiense de afectados), lo que más me ha interesado de la noticia es que Lenz y Knapp (o al revés) hicieron un trabajo que cae dentro de las competencias profesionales de la epidemiología y, al parecer, sin formación para ello. La narración de Knapp cita como lo más cercano el hecho de que “Durante la II Guerra Mundial, Lenz había estado prisionero en Inglaterra. Allí, en un campo, los presos se daban clases unos a otros. Y él las recibió de estadística. Eso nos permitió estructurar todos los datos”.
Es habitual que cualquier profesional sanitario se considere con la formación suficiente, aunque no la tenga, para emprender un estudio epidemiológico de esta naturaleza. Tanto hace cincuenta años como en la actualidad. En este caso el esfuerzo, hay que decir que amateur, de estos dos médicos se vio coronado por el éxito e identificaron la causa, pero no quiero ni pensar qué hubiera sucedido si no lo hubieran alcanzado (en términos de vidas humanas, dolor y sufrimiento). Creo que es un buen momento para reivindicar el papel de la epidemiología, del método epidemiológico y de la propia profesión (sin corporativismos) en la realización de este tipo de estudios.
Lo que sí que debe ser citado como un hito de la vigilancia es el aviso lanzado por McBride a través de The Lancet, aunque allí no se diga si también avisó a las autoridades sanitarias.
Imagen tomada de: http://www.chm.bris.ac.uk/motm/thalidomide/start.HTML |
Texto de la carta al director publicada por W. McBride en The Lancet el 16 de diciembre de 1961
THALIDOMIDE AND CONGENITAL ABNORMALITIES
SIR,—Congenital abnormalities are present in approximately
15% of babies. In recent months I have observed
that the incidence of multiple severe abnormalities in
babies delivered of women who were given the drug thalidomide
(‘Distaval’) during pregnancy, as an anti-emetic or
as a sedative, to be almost 20%.
These abnormalities are present in structures developed
from mesenchyme—i.e., the bones and musculature
of the gut. Bony development seems to be affected in a
very striking manner, resulting in polydactyly, syndactyly,
and failure of development of long bones (abnormally short
femora and radii).
Have any of your readers seen similar abnormalities in
babies delivered of women who have taken this drug during
pregnancy?
Hurstville, New South Wales.
W. G. MCBRIDE.
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