Brócoli, pimiento verde, col rizada, espinacas, manzana, calabacín y zumo de lima. Un batido de todo esto es lo que desayuna Isabel Preysler (que tanto aparece en los medios últimamente) y que ha sido popularizado tras su visita al programa televisivo "El Hormiguero 3.0" y ensalzado como "uno de los secretos de su dieta para mantener su envidiable figura".
Al margen de la bondad nutricional del citado batido, que ha sido matizada desde algunos medios (¿Es nutritivo el batido que desayuna Isabel Preysler todos los días?), parece más importante resaltar que el secreto de la belleza o su "envidiable figura", no reside sólo en este desayuno. Algo tendrá que ver también el estado de su cuenta corriente. Y eso es algo a lo que no se suele aludir.
Lo más preocupante es que, además, se produce un fenómeno de imitación de estas conductas, en realidad o en apariencia, "saludables" por parte de algunas personas que creen que, si hacen lo mismo que una famosa o un famoso patrocinan, podrán alcanzar un estado de salud como el de la persona imitada. Y sin entrar a si "Los famosos perjudican seriamente su salud" o no, sería importante que estas personas se dieran cuenta de que lo que las diferencia de los famosos no es el batido en sí, sino la distancia social. Esa distancia que acaba generando desigualdad. Y ésta es el resultado de la situación en que la población crece, vive trabaja y envejece y que, como nos recordaba la OMS ("Subsanar las desigualdades en una generación ¿cómo?"), "las condiciones en que la gente vive y muere están determinadas por fuerzas políticas, sociales y económicas".
Así que tomarse un batido de verduras y fruta por la mañana puede ser saludable, pero es importante recordar que la Comisión sobre Determinantes Sociales de Salud de la OMS también pide:
- que la equidad sanitaria sea un criterio de evaluación de la actuación de los gobiernos;
- que se cree capacidad nacional para aplicar un régimen impositivo progresivo;
- que se cumplan los compromisos adquiridos aumentando la ayuda mundial hasta el 0,7% del PIB;
- que se evalúen las consecuencias de los principales acuerdos económicos mundiales, regionales y bilaterales en la equidad sanitaria;
- que se refuerce el liderazgo del sector público en la prestación de bienes y servicios básicos esenciales para la salud y en el control de artículos que dañan la salud;
- que se aprueben y apliquen leyes que promuevan la equidad de género;
- que se cree y se financie una unidad dedicada a la equidad de género;
- que la contribución económica del trabajo doméstico, la asistencia a otras personas y el trabajo voluntario se incluya en las cuentas nacionales;
- que se garantice la representación justa de todos los grupos de la sociedad en la toma de decisiones;
- que se permita que la sociedad civil pueda organizarse y actuar de forma que se promuevan y respeten los derechos políticos y sociales que afectan a la equidad sanitaria;
- que las Naciones Unidas hagan de la equidad social un objetivo fundamental de los programas de desarrollo mundial y utilicen un marco basado en indicadores de los determinantes sociales para medir los progresos realizados.
Tal vez así, los batidos nos sentarán mejor.
Gracias por la reflexión. Es muy interesante la convergencia entre el conocimiento, la apropiación y las políticas públicas. Y bromeando un poco, supongo que todo esto (brócoli, pimiento verde, col rizada, espinacas, manzana, calabacín y zumo de lima), incluirá también sus dioxinas, nitratos...y politóxicos varios.
ResponderEliminarEnhorabuena por la entrada
Gracias anónimo (o anónima). Los tóxicos van incluidos, claro está, pero hay más "tóxicos" en lo que no nos tomamos sino en lo que estamos inmersos. Bienvenida a estos lares.
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