domingo, 9 de diciembre de 2012

La sociedad del riesgo

Los tiempos siempre han sido difíciles, lo que pasa es que vistos con perspectiva nos lo parecen menos y siempre creemos que los actuales lo son más que los pasados.
Una frase de Mª Dolores Pradera en una entrevista en el períodico El País lo ejemplifica: "Lo de ahora es más tremendo que la posguerra".
En cualquier caso, una de las cosas que sí que ha variado es que ya vivimos en la denominada sociedad del conocimiento, derivada de la abundante información que manejamos. Todos, o casi todos, somos capaces de buscar información sobre cualquier aspecto y ese conocimiento que se adquiere deja a los "expertos" en un lugar diferente al que se encontraban antes. Al mismo tiempo se toman decisiones basadas en ese conocimiento adquirido que muchas veces no están fundadas en los conceptos básicos necesarios en los que está basado ese conocimiento. Y por eso se produce una "confrontación" entre el conocimiento de los expertos y el del resto de la ciudadanía.
Uno de los campos donde esto se observa con más claridad es el de la gestión de los riesgos. Esos a los que estamos expuestos diariamente: medioambientales, sanitarios, económicos, sociales. Los que han conformado "la sociedad del riesgo", y cuyo grado de conocimiento actual hace que se haya pasado de la afirmación de que "la vida es riesgo" y hay que aceptarlo, a que cualquier riesgo es inaceptable. Y ambas opciones pueden ser válidas. ¿Una contradicción?. Puede. Veamos.
Recientemente en la revista de la Asociación Italiana de Epidemiología, "Epidemiologia e Prevenzione", escribía Pietro Greco una columna titulada "L'immaginario epidemiologico in Campania". En ella, hablaba de la "amplia, fuerte y sacrosanta demanda de participación en la gestión del ambiente y de la salud" que se observa en Campania y explica los que, a su parecer son los determinantes de ello. También menciona el concepto de "derecho de la ciudadanía científica", que va más allá de cómo se adquiere la formación y se practica la ciencia por parte de la ciudadanía (sobre esto es interesante consultar la publicación Ciencia y Ciudadanía. Seminario Internacional Ciencia de Calidad para Todos: UNESCO, Brasil 2006).
Todo ello tiene que ver, no sólo en cómo se realiza la comunicación del riesgo (véase, por ejemplo: The Peter M. Sandman Risk Communication Website), sino en la aceptación misma de que el riesgo existe, por parte de la ciudadanía y por parte de los responsables de su gestión (¿puede gestionarse algo que no se acepta que exista?). Y, finalmente, en la necesidad de dar cuentas de cómo se ha efectuado esa gestión, sin caer en paternalismos ni en la demagogia.
No podemos caer en que "cualquier tiempo pasado fue mejor", ni justificar todo porque los "tiempos son difíciles".
 
 
  
 
 

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