jueves, 6 de junio de 2013

La frecuencia de un símbolo

El caso de Beatriz (nombre ficticio bajo el que oculta su identidad real) en El Salvador ha traído a primera línea, con toda su crudeza, un ejemplo de lo que significan las graves anomalías en el feto y la situación de salud de la madre en relación con la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), hasta el punto de que la ministra de salud salvadoreña considera que Beatriz es ya un símbolo.
En España el debate está abierto y son numerosas las declaraciones acerca del cambio anunciado en la Ley Orgánica 2/2010, de 3 de marzo, de salud sexual y reproductiva y de la interrupción voluntaria del embarazo, de la que se van a cumplir ahora 3 años desde su entrada en vigor (que se produjo en julio de 2010).
Hace unas semanas, el Ministro de Justicia del Gobierno de España, Alberto Ruiz Gallardón, concedía unas declaraciones al diario "El País" que fueron tituladas como "Me identifico con que desaparezca el supuesto de aborto por malformación". En ellas, el ministro decía que "No es una modificación sustancial, sino corregir defectos de aplicación. E incorporaremos, eso sí, el mandato de la ONU para la no discriminación de las personas con discapacidad". Con esto último quiere decir que el riesgo de graves anomalías en el feto y las anomalías fetales incompatibles con la vida que están contempladas en la ley actualmente en vigor como causas médicas de la interrupción del embarazo pueden dejar de ser contempladas como tales, basado, según el ministro, en que "la discapacidad no puede significar un trato desigual y una merma de derechos. Y esa no discriminación debe aplicarse también a los concebidos y no nacidos".
Cuando fue anunciada esta medida, diversos profesionales sanitarios publicaron cartas dirigidas al ministro haciendo constar su discrepancia con esta medida anunciada. Una de las que más eco tuvo fue la escrita por Javier Esparza, neurocirujano infantil jubilado y que tituló "Nadie tiene derecho a obligar al sufrimiento".
En España, los datos correspondientes a 2011, publicados por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, indican que casos semejantes al de Beatriz se produjeron más de 3500 en ese año (3234 fueron IVE motivadas por graves anomalías en el feto y 356 fueron anomalías fetales incompatibles con la vida o enfermedades extremadamente graves e incurables), sin contar las 8640 mujeres que recurrieron a la IVE por grave riesgo para la vida o la salud de la embarazada (situación también de Beatriz, enferma de Lupus). De la página del Ministerio de Sanidad no se puede saber en cuántas de estas IVE se trataba de anencéfalos, como era el caso en El Salvador, pero podemos saber que en la Comunitat Valenciana, también según datos de 2011, se registraron 14 casos de IVE con esta malformación incompatible con la vida (si nos atrevemos a extrapolar a todo el país podríamos decir que más de 100 casos anuales).
Si se produce la modificación de la legislación en el sentido que se está anunciando, hay que saber que situaciones como la de Beatriz ocurren con esta frecuencia, la frecuencia de un símbolo.



  

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