El papeleo siempre resulta farragoso. Pero puede resultar insoportable cuando aquello a lo que se refiere tiene además una carga emocional negativa. ¿Es imaginable el sufrimiento de unos padres que tienen que ir al registro civil a inscribir el nacimiento de un hijo nacido hace menos de una semana y que acaba de fallecer? En estas circunstancias nadie está para nada y menos para trámites. Y esto, aunque no lo parezca, tiene una importancia capital en la salud perinatal.
Porque si no somos capaces de tener un buen registro de nacimientos y de fallecimientos perinatales y, sobre todo, de sus características, difícilmente se podrán adoptar medidas que permitan prevenir las causas que las originan. En la actualidad, debido a la dispersión de responsabilidades y variedad de formatos puede producirse un subregistro de nacimientos o de defunciones, o dejar de recogerse (o recogerse mal) datos tan fundamentales como el peso al nacimiento o la edad gestacional.
Sobre eso nos llama la atención Sol Pía Juarez en la nota de campo recientemente publicada en Gaceta Sanitaria con el título "Notas acerca del movimiento natural de la población para el estudio de la salud perinatal". En ella nos ilustra de cómo los diversos trámites, impresos y boletines que deben ser rellenados por diferentes personas influyen en la exhaustividad de la recogida y cumplimentación de la información. Y aporta una tabla ("Relación de formularios, boletines estadísticos y personas implicadas en la calidad de la información según vitalidad del niño") que debería estar expuesta en todos aquellos sitios donde sea necesario para impedir la confusión de sanitarios y familiares de las personas implicadas (que son los que suelen hacerse cargo de estos trámites).
En esta época de la hiperconexión de sistemas ¿tiene sentido que sigamos rellenando formatos en papel para traspasar datos de una administración a otra (de la sanitaria a la jurídica y de ésta a la estadística)? ¿Es lógico que se encargue a personas allegadas la cumplimentación de esos trámites en momentos difíciles? Y, sobre todo ¿por qué la información sanitaria, con un uso eminentemente sanitario, tiene que hacer todo ese recorrido para volver a la casilla de salida? ¿No es eso como "jugar" al teléfono roto?.
La autora de la nota de campo nos dice que "parte de los problemas se solventarían con una mayor integración de las partes involucradas (hospitales, Registro Civil e INE)". Y hay que añadir que ya existen experiencias en nuestro país que demuestran que es posible recoger esta información en el ámbito sanitario e integrarla. El Registro de Mortalidad Perinatal de la Comunitat Valenciana viene haciéndolo desde hace ya una década, como puede comprobarse en el informe técnico del mismo.
¿Para cuándo las autoridades estadísticas darán el necesario paso al frente para solucionar ésto, impulsando la verdadera integración?
Porque si no somos capaces de tener un buen registro de nacimientos y de fallecimientos perinatales y, sobre todo, de sus características, difícilmente se podrán adoptar medidas que permitan prevenir las causas que las originan. En la actualidad, debido a la dispersión de responsabilidades y variedad de formatos puede producirse un subregistro de nacimientos o de defunciones, o dejar de recogerse (o recogerse mal) datos tan fundamentales como el peso al nacimiento o la edad gestacional.
Sobre eso nos llama la atención Sol Pía Juarez en la nota de campo recientemente publicada en Gaceta Sanitaria con el título "Notas acerca del movimiento natural de la población para el estudio de la salud perinatal". En ella nos ilustra de cómo los diversos trámites, impresos y boletines que deben ser rellenados por diferentes personas influyen en la exhaustividad de la recogida y cumplimentación de la información. Y aporta una tabla ("Relación de formularios, boletines estadísticos y personas implicadas en la calidad de la información según vitalidad del niño") que debería estar expuesta en todos aquellos sitios donde sea necesario para impedir la confusión de sanitarios y familiares de las personas implicadas (que son los que suelen hacerse cargo de estos trámites).
En esta época de la hiperconexión de sistemas ¿tiene sentido que sigamos rellenando formatos en papel para traspasar datos de una administración a otra (de la sanitaria a la jurídica y de ésta a la estadística)? ¿Es lógico que se encargue a personas allegadas la cumplimentación de esos trámites en momentos difíciles? Y, sobre todo ¿por qué la información sanitaria, con un uso eminentemente sanitario, tiene que hacer todo ese recorrido para volver a la casilla de salida? ¿No es eso como "jugar" al teléfono roto?.
La autora de la nota de campo nos dice que "parte de los problemas se solventarían con una mayor integración de las partes involucradas (hospitales, Registro Civil e INE)". Y hay que añadir que ya existen experiencias en nuestro país que demuestran que es posible recoger esta información en el ámbito sanitario e integrarla. El Registro de Mortalidad Perinatal de la Comunitat Valenciana viene haciéndolo desde hace ya una década, como puede comprobarse en el informe técnico del mismo.
¿Para cuándo las autoridades estadísticas darán el necesario paso al frente para solucionar ésto, impulsando la verdadera integración?
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