viernes, 18 de marzo de 2016

El Cristo de la Epidemia

Con cara de asombro. Así me quedé cuando una persona muy querida para mi me dijo que estaba en la calle del Cristo de la Epidemia. Esta calle se encuentra en Málaga y, para alguien que se dedica a la epidemiología, ya podéis comprender que representaba un nombre muy sugerente así que lo suyo era saber de dónde provenía.

Las pesquisas dieron resultado y la historia resulta algo más que atractiva, pues representa un conflicto entre fe (la del carbonero) y una ciencia todavía en mantillas, con la autoridad gubernativa metida por medio. Ya sabéis: evi-fe-ciencia.

Y todo ello a propósito de un brote epidémico que tuvo lugar en la ciudad andaluza en 1803, parece que de fiebre amarilla. La historia que he podido localizar la podéis leer aquí, en una página de las Cofradías andaluzas de Semana Santa, y no tendría sentido volver a resumirla aquí otra vez:  os aconsejo que la leáis directamente del original.

En algunos puntos la historia viene a recordar, aunque es anterior cronológicamente, a la de John Snow y el brote de cólera pero con sabor local, y en otros hace referencia a aspectos que volverían a vivirse más de un siglo después, con ocasión de la epidemia de gripe de 1918 por ejemplo en Zamora, en lo que significa la prohibición, o no, de procesiones y rogativas para evitar la aglomeración de gente y la facilitación del contagio. Asombra pensar que a principios del siglo XIX alguien procediera de esta manera habida cuenta de que la teoría microbiana estaba aún por llegar.

Es, además, un compendio de las cuestiones que deben tenerse en cuenta para gestionar una crisis de salud pública: nada puede hacerse sin explicar coherentemente lo que se sabe, y los cañonazos de la autoridad no parecen ser la mejor de las razones.

El Cristo de la Epidemia
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