En la biblioteca de mi padre se encontraba un libro que debió comprar mi abuelo, ya que se trata de la segunda edición (de 1925, ya que la primera es de 1915) del "Tratado de Higiene" de Antonio Salvat Navarro catedrático que fue de Higiene, entre otras, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona. Este
libro, en dos tomos, fue prologado por Philip Hausser que fue también autor del
libro “La geografía médica de la Península Ibérica” y del "Atlas epidemiográfico del cólera de 1885 en España (1887)". En este prólogo se hace un
recorrido y se repasa la historia del concepto de higiene.
Hoy
traemos aquí a colación la parte en la que, en ese prólogo, Hausser se refiere a
los trabajos de Edwin Chadwick en el Reino Unido (el autor se refiere siempre a
Inglaterra). Y relata como, tras la superación en 1837 de la epidemia de cólera que comenzó en
1831 el Parlamento británico organizó una comisión para enmendar la ley al
objeto de aliviar la miseria que azotaba a las clases obreras. Edwin Chadwick
fue nombrado secretario de esa comisión, debido a su gran experiencia en
cuestiones de economía social. Según Hausser, tras “haber estudiado a fondo la cuestión de la miseria reinante entre las
clases pobres” Chadwick llegó a la conclusión de que “una de las causas principales de la miseria son las enfermedades
infecciosas, que buscan con predilección sus víctimas entre las clases más
pobres; pues con la muerte o la incapacidad del jefe de familia para el
trabajo, la viuda y los huérfanos están reducidos a la miseria”.
Hausser
sigue con su relato: “Chadwick presentó
una estadística de 77.000 pobres habitando los distritos malsanos de Londres;
de éstos, enfermaron 14.000 de fiebres infecciosas y murieron 1.300, o sea una
proporción de 9,36 por 100 de los enfermos y una mortalidad general de 1,7 por
100”. Una comisión técnica de “médicos
más notables” (a decir de Hausser) presentó una estadística oficial
comparativa de 20 distritos de la metrópoli durante el año 1838.
Según
el relato de Hausser, cuando éste informe fue leído delante del Parlamento, la
Cámara de los Lores, por iniciativa del obispo de Londres, votó que una
estadística igual debía hacerse de las enfermedades predominantes en las clases
obreras de toda Inglaterra, y de las causas que las originan.
Y
ahora, para la parte más decepcionante de todo el relato, dejamos íntegras las palabras
de Hausser:
“Como la formación de una estadística tan
extensa exigía un tiempo más o menos largo, el Parlamento no pudo tomar una
decisión respecto a las reformas sanitarias que pedía con urgencia la Junta de
Sanidad. Entretanto se había organizado una gran oposición por parte de los
miembros del Parlamento que representaban los intereses, tanto de las ciudades
que deberían imponerse muchos gastos para la introducción de las reformas
sanitarias, como de los particulares propietarios de las casas, que serían
obligados a hacer grandes reparaciones y reconstruir una parte de ellas para
poder sanear debidamente el suelo. Una vez organizada la oposición contra las
reformas propuestas por la Junta de Sanidad, se llegó a impugnar la competencia
de dicha Junta”.
¿Y
cuál es la moraleja? Oposición a las reformas siempre hay, más o menos organizada,
particularmente de aquellos que ven sus intereses afectados. Pero no hay que
darle munición: los datos son importantes en cualquier situación para
fundamentar las decisiones, pero esperar al dato definitivo no siempre es una
estrategia aconsejable. Recordemos que, a veces, hay algunos que utilizan los
datos como los borrachos usan las farolas: para apoyarse y no caerse, pero no
para iluminarse.
Enhorabuena por la entrada, y por la moraleja o corolario final. ¡Qué cíclica y tozuda es la historia!
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Me temo que más que la historia es la propia naturaleza humana.
ResponderEliminarEs una joya el libro de Salvat. Gracias por evocarlo. Una curiosidad que añado sobre Hauser: usa la palabra "epidemiologista". Y, ay, Salvat definiendo la salud: "Es una modalidad de la vida" (pag.64); no se puede ser más ambiguo... ni más preciso.
ResponderEliminarSobre el fondo de tu entrada: 1-de acuerdo; 2-no fiarse de los obispos; 3-ni de los que para combatir la pobreza necesitan "datos", que, por lo demás, son obvios y evidentes (se ven, de salud o de otro signo), aunque, paradójicamente, a veces, difíciles de obtener.
Juan./
Nota: hay Tomo 3, si lo encuentras avisa!!
La verdad es que esperaba tu comentario Juan, sabedor de la estima en que tienes a éste libro.
EliminarSólo se me ocurre añadir la frase atribuida al Che: "desgraciados los tiempos en los que hay que explicar lo obvio".